La muerte de los artistas
La pandemia estuvo signada, entre otras cosas en el ámbito de la cultura, por la muerte de varios de los exponentes más singulares y necesarios.
Apenas comenzada, el falleció Sergio De Loof, un artista inclasificable y del que aún puede verse en el Museo de Arte Moderno una muestra llamada ¿Sentiste hablar de mí? que el propio De Loof había inaugurado.
A comienzos de mayo, lo siguió Tom Lupo, poeta y hombre de radio que marcó una época siempre yendo por otros caminos a los habituales.
En julio murió Rosario Bléfari, una artista completa. Muchas de sus películas fueron puestas a disposición luego de su muerte y las canciones están ahí para ser escuchadas.
Finalmente en octubre se fue Gabo Ferro un artista inmenso, un poeta de sensibilidad única. Su obra también está ahí para que sea descubierta o en todo casi para volver a escuchar y encontrar nuevos matices.
El Freestyle, pese a todo
A partir de la segunda mitad del año el movimiento freestyle volvió a marcar presencia. Tanto las ediciones de FMS, en los distintos países de habla hispana, como las Red Bull nacionales y la Red Bull Internacional, pudieron llevarse a cabo, aunque sin público.
Si bien no resultó igual que si hubiera habido un flujo de energía desde abajo del escenario, los principales freestylers se han esmerado para que no se note esta carencia.
El mexicano Rapder fue el ganador de la Red Bull Internacional en la que el representante argentino Tata quedó fuera en primera ronda.
El Freestyle sigue gozando de buena salud y es de las manifestaciones más interesantes de los últimos tiempos.
Pensadores en pandemia
En el comienzo de la pandemia algunos pensadores y filósofos dieron sus primeros análisis acerca de lo que se empezaba a vivir. Así Zizek, Judith Butler y el coreano Byung-Chul han especulado sobre el fin del capitalismo o el avance del control estatal chino.
Mucho de lo que se dijo por entonces quedó reflejado en el libro Sopa de Wuhan.
Paul. B Preciado en el Diario El País de España fue de los de mayor contundencia “En primer lugar, es imperativo cambiar la relación de nuestros cuerpos con las máquinas de biovigilancia y biocontrol: estos no son simplemente dispositivos de comunicación. Tenemos que aprender colectivamente a alterarlos. Pero también es preciso desalinearnos. Los Gobiernos llaman al encierro y al teletrabajo. Nosotros sabemos que llaman a la descolectivización y al telecontrol”
Pasados los meses parece haber una quietud en el pensamiento. Habrá que ver si los acontecimientos por venir confirman o refutan a los pensadores contemporáneos.
Los grandes festivales en cuarentena
Los grandes festivales que se desarrollan usualmente, en algunos casos, tuvieron su versión digital y el balance artístico no puede ser considerado positivo
Escribíamos en su momento acerca del Lollapalooza Chicago:
“Lograr transmitir el espíritu de festival se sabía una tarea difícil. Quedará como marca histórica ver a músicos con barbijo, tocando en distintos escenarios algunos naturales y otros en estudio. Sólo hubo buenos momentos de festivales pasados que actúan como registro, aunque no aportaron novedad, tan solo algunas buenas apariciones”.
El Quilmes y el Cosquín, en el ámbito local, tuvieron buenas intenciones, pero nada puede reemplazar el vivo: la ceremonia de llegar, correr de un escenario a otro, decidir qué ver.
Con las enormes limitaciones que hubo los festivales se hicieron. Hay que ver cuánto dejaron.
La creatividad de Flaming Lips
En el mes de junio, en medio de la pandemia, Flaming Lips sorprendió con una presentación en la que los músicos y unos pocos espectadores aparecían dentro de burbujas de plástico para cantar su clásico Race for the Prize. Esto ocurrió en el show televisivo The Late Show.
En octubre reeditaron la experiencia en un show para 100 personas, cada una en su propia burbuja de plástico.
Siempre en el marco de la psicodelia publicaron su muy buen trabajo, American Head. Son trece canciones que configuran una obra climática que gana en matices luego de la mitad del disco.
Todo esto quizá la haya convertido en la banda más creativa en un período de quietud escénica.