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The Prom: Otro baile de graduación

Se suspende el baile de graduación. Ese que ha llevado a la pantalla muchísimas historias de enredos, qué me pongo, amistades, propuestas, separaciones. Entre las más recientes figura Lady Bird (Greta Gerwin, 2017) con, como sostiene Maia Debowicz, su corrimiento de la pareja heterosexual llegando al gimnasio y tomándose la foto, para darle espacio y acoger a dos amigas que se eligen como compañeras para pasar la noche. Pero aquí, en The Prom, el estreno en Netflix dirigido por Ryan Murphy, el problema es que ese baile que tanta ansiedad, contento y tristeza ha generado se suspende porque padres y madres no conciben la entrada y permanencia de una pareja de lesbianas dentro de su ordenado y perfecto evento. Emma (Jo Ellen Pellman) queda excluida del baile. La graduación se cancela para todxs. 

El periodismo y la televisión de Indiana se encargan de cubrir esta decisión lamentable. A Emma le preguntan, la persiguen, la cuestionan. Qué pensás, qué sentís, qué pasó. Y la noticia vuela y llega a oídos de un grupo de estrellas del musical venidas a menos, radicadas en Nueva York. Entre ellas, la fabulosa y deslumbrante Dee Dee Allen (encarnada por la fantástica y brillante Meryl Streep), Barry Glickman (James Corden), Angie Dickinson (Nicole Kidman) y Trent Oliver (Andrew Rannells) quienes, luego de una crítica aplastante sobre el último show que llevaron a cabo, deciden inmiscuirse en la vida de Emma, en lo apacibilidad de Indiana para recuperar algo de la fama que supieron conseguir. Y aquí quiero detenerme, aunque sea brevemente. Me resulta sumamente interesante cómo el motor de la acción de lxs famosxs relegadxs sea la crítica. Es decir, me llamó la atención cómo la crítica periodística es esperada, anhelada, y relevante a la hora de categorizar y difundir un espectáculo. Aún uno con estrellas reconocidas en el ambiente, aún con un musical que ellxs consideran novedoso y necesario. Aquí la crítica pareciera lo único importante, más allá de las entradas vendidas y la locación del teatro, más allá de sus nombres y alcance. La crítica como ese oficio que marca un antes y un después, que estipula una continuación, que marca agenda, que moldea el gusto de lxs espectadorxs. Todo lo que las estrellas decidan será a partir de la lectura de críticas no muy benevolentes ni amigables. Y allí, otro detalle. El perfil de la crítica como aquella que es insulsa y desagradable, que no tiene filtro ni interés en pactar una relación ambivalente con la obra en cuestión, un vínculo que deje espacio a las preguntas y no a las certezas absolutas sobre lo que estuvo bien y lo que está mal. Como si lxs críticxs se dedicaran a destruir y subestimar lo que ven en escena. Creo que el filme no sólo se inscribe en la comedia musical y en las películas que trabajan con las problemáticas que atraviesan y marcan las existencias LGBTQI+, sino que también es una película que reflexiona o expone una mirada sobre la crítica periodística, sobre sus alcances y sus influencias. 

Sigamos. La película, entonces, refleja ese universo de adolescentes efervescentes y entusiasmadxs con el baile de graduación. Al mismo tiempo, podemos preguntarnos cómo se presentan los problemas que aquejan a varixs adolescentes a lo largo de su secundaria, qué ocurre cuando dos chicas deciden asistir juntas al baile, cuando tres amigxs quieren coordinar un código de vestimenta y divertirse entre ellxs, cuando se quiere ir solx, hasta cuando no se desea participar. Aquí, Emma y Alyssa (Ariana DeBose) irán descubriendo formas para colarse en ese pacto heterosexual que es el baile de graduación. La primera de ella ayudada por las canciones y motivaciones de ese grupo estrafalario de artistas que se acerca, al principio interesada y luego desinteresadamente, a ella. Y la segunda, empujada por sus ganas de desmarcarse de una madre que todo lo ocupa, dejándola sin espacio. Podemos seguir preguntándonos qué ocurre con el entorno que las observa y cuestiona, con qué rapidez Mrs. Greene (Kerry Washington) se redime y forma parte del baile en el que tanto empeño puso para boicotearlo, para arruinarlo y suspenderlo. Podemos preguntarnos y también cuestionarnos qué ocurre cuando un grupo de adolescentes crueles desestima y deja de lado a una amiga porque es lesbiana, y cómo esta decisión se soluciona y da paso a una gran amistad por medio de una canción entonada por Trent. Quiero decir, cuántas decisiones estéticas y narrativas, de algún modo, desestiman o minimizan la problemática hasta llevarla al plano de aquello que se transforma por medio de una canción mágica. Cómo trabajar y plantear, plasmar y llevar a la pantalla todas estas temáticas es un interrogante al que aún no le encuentro respuesta.  Como también sostiene Maia Debowicz, “El baile versión streaming es un musical que no disimula su carácter naif” Y tiene razón. Aún así, bienvenidas las películas que proponen otro baile de graduación, otras películas, algunos corrimientos. Los cuestionamientos vienen con ellas, y son bienvenidos. 

Francisca Pérez Lence