Hay muchas formas de narrar una vida. Pero probablemente la más bella esté en los detalles. En lo que podría haber no sido y fue. En lo que podría haber sido de otra forma. Y si es verdad que dios está en los detalles, entonces un autor será autor solamente cuando los aborde, los conozca, los descubra: cuando un texto tiene relieve, una palabra de más, siempre una palabra de más, ahí, recién ahí, es cuando prefiere lo vivo. Porque un detalle vive y lo que vive cuenta una historia. EM cuenta una historia a detalles. Una historia que podría no haber sido y fue. Fue por la guerra de Vietnam, pero también fue por las miles de cosas que tuvieron que pasar antes y después de las biografías de sus personajes: toda biografía es también la biografía de los demás. Y es sobre todo un recorte. Un mapa sin territorio: una simulación, fragmentaria, azarosa, de una serie de eventos afortunados. Porque toda vida está hecha de azar. Y la tarea del narrador es ordenarlo: Kim Thuy no necesitaba demostrarlo, pero lo hizo de nuevo. EM es una novela breve que administra un mundo infinito. Y lo hace detalle a detalle como si creara, verdaderamente, una realidad: esa es la operación de la ficción.