László Krasznahorkai, profundidad y belleza en medio de un mundo que se derrumba

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Finalmente César Aira no fue el elegido para el premio Nobel de Literatura de este año. Eso no cambia en nada sus méritos, porque lo que  construyó Aira es una obra, hecho bastante infrecuente incluso entre otros postulantes.

El húngaro László Krasznahorkai,nacido en Gyula, en 1954, principal favorito en las apuestas, finalmente fue el elegido y, a priori, no merece reparos. La Academia argumentó la decisión de premiar al escritor húngaro  ”por su obra cautivadora y visionaria, que en el medio de del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”.

Dificil pronunciar el apellido, casi que hay que deletrearlo y decirlo de manera lenta: Krasz… na… hor….kai

Así, de esa forma cadensiosa pero contundente parece transcurrir su literatura: hay que darse un tiempo para leerlo. Las frases interminables que suele utilizar no parecen antojadizas. Ponen al lector en un lugar -el que el escritor húngaro quiere- y lo instala en la profundidad de un mundo que el narrador observa con detenimiento.

László Krasznahorkai, quien se ubica dentro de la rica tradición centroeuropea, al obtener el premio Formentor el año pasado declaró al diario El Mundo de España: ”No soy yo quien tiene que decirles a los periodistas qué escribir, pero les recomendaría que mantuvieran el secreto de que todavía existe la literatura, porque si no corremos el riesgo de  que la encuentre  el capitalismo y se convierta en una mercancía más que pueda comprarse en un supermercado”.

Parte de la obra del ganador del Nobel puede conseguirse en Argentina gracias a la visión de la editorial independiente Sigilo.

Ya casi nadie recuerda a los últimos premios Nobel, incluso aquel insólito que se le diera a Bob Dylan. ¿Podrá László Krasznahorkai torcer esa tendencia?

Mito Mauro