El último día del BorgesPalooza estuvo marcado por un ícono de la cultura como es Luis Felipe Noé, que a sus 90 años sigue siendo un notable artista plástico.
En el momento de mayor afluencia de público, se presentó ante el auditorio y comenzó a leer un largo discurso en el que reflexionó sobre el arte, citó a Foucault en Las palabras y las cosas y valoró la importancia de la poesía y la forma de usar el lenguaje en Borges.
Ante la pregunta de cuál fue el momento homólogo en su vida al que Borges relata en Biografía de Tadeo Isidoro Cruz ( “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es”), Noé, sin dudarlo, recordó que ese momento “está fechado: 5 de octubre de 1959, el día que hice mi primera exposición.”
La tarde había comenzado con la participación de tres freestylers tirando rimas, el grabado de un skate borgeano y había continuado con una serie de mesas temáticas (‘Borges, la última ¿novela? de Bioy’, ‘Borges y las mujeres en su obra’, ‘Borges, la historia y los 40 años de democracia’).
Las charlas finalizaron con la presencia de Jorge Aulicino, quien habló sobre Fervor de Buenos Aires y la generación vanguardista.
Pero quedaba más: un cierre musical a cargo de Abril Sosa, hoy nuevamente baterista de Catupecu Machu, quien en 2002 había abandonado la banda para formar Cuentos Borgeanos, un grupo con referencias líricas basadas en la obra del gran escritor argentino.
En medio de su set acústico, habló de la importancia de Borges en su juventud en una sala colmada de público y ante la presencia del director del Cultural San Martín Diego Berardo. Todo terminó con Daniel Mecca recitando Hombre de la esquina rosada, mientras Abril improvisaba con su guitarra. La fiesta había finalizado con la promesa de volver a “borgearla” el año que viene, una vez más.
Guillermo Cerminaro
PH: Mariana Fernández