Los poetas, los filósofos, los escritores son testigos y a la vez interpretan su tiempo. Serotonina, lo nuevo de Michel Houellebecq, es un ejemplo de ello.
Michel Houellebecq -que en realidad se llama Michel Thomas- es un poeta, novelista y ensayista que explica, interpela y explora este tiempo que le toca vivir.
El escritor francés de 62 años llegó a su reconocimiento con su novela Las partículas elementales del año 1998.
Es tal su importancia como escritor que algunos se animan a decir que de Jean Paul Sartre para acá no ha habido nada igual. Más allá de lo exagerado que parece esta afirmación, sus obras son de gran valor. Y Serotonina, su reciente novela, no es la excepción.
Su protagonista es Florent-Claude Labrouste, un hombre de mediana edad que se medica con un antidepresivo que libera serotonina. Claro que como todo remedio de esas características, tiene su costo. En resumen: al disminuir la libido e generar impotencia. Lo que cuenta Houellebecq es el viaje por distintas ciudades europeas del protagonista, y lo hace de manera atrapante, relatando una serie de sucesos de manera vertiginosa, a un ritmo constante.
En su viaje se encuentra con distintas situaciones que tienen como telón de fondo la descomposición social que se vive en Europa. Todo está en crisis: la cultura misma lo está.
Michel Houellebecq es provocador. Y muestra como pocos qué es lo que sucede en un mundo occidental al que el francés pinta de manera contundente. Con Serotonina lo hizo una vez más.
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