Hace 50 años, el rock vivió el que fue, seguramente, su mejor año.
Las grandes épocas de la historia suelen ser caprichosas, azarosas, suelen ocurrir sin un por qué y sin previo aviso. Y los discos de 1969 cuentan la historia.
Y sin embargo, esta vez nada fue casualidad. El 69 fue la conclusión lógica a una década que no sólo sentó las bases del rock como tal: lo inauguró e incluso lo cerró con moño y para regalo. Todo lo que vino después, dirán los puristas, estuvo de más.
Es que, claro, diez años funcionaron como cien: temporada tras temporada, los géneros mutaron con velocidad irrepetible. Y el 69 no fue más que el punto de ebullición: de 99 a 100 grados en lo que suena un riff de Jimmy Page. Porque así comenzó todo: el 12 de enero de ese mismo año, Led Zeppelin publicó su primer trabajo de estudio. Y con él, llegó el cambio de una era.
Si los 60 fueron los años de las armonías y las melodías, entonces los 70 fueron los años del ruido y la furia. Y el año que cumple sus cincuenta, funcionó como un puente. Como una paradoja entre lo que ocurrió y lo que está por venir, tan sólo semanas después de la aparición de Led Zeppelin I, los Beatles publicaron el mítico Abbey Road. Y poco después, The Stooges apareció y, con ellos, Iggy Pop.
Que cien flores florezcan
Incluso más allá de los nombres. Si los 60 fueron el florecer de la libertad creativa, entonces el 69 significó el asentamiento de la cultura joven como tal. El punto de quiebre entre lo rupturista y lo dominante. Allí, el rock se instituyó como la cultura madre de una época.
Sólo por nombrar algunos ejemplos, la aparición de Tommy de The Who significó una de las primeras obras magnánimas del género. Y Let It Bleed –The Rolling Stones-, la confirmación de que el diablo puede tomar la forma de una guitarra. En el plano nacional, Almendra publicó su disco debut al filo de la década –el 29 de noviembre-. Su aparición fue el primer caso de un disco Argentino con capacidad compositiva, estética y sonora para igualarse al nivel internacional. Un sonido del mundo con identidad Argentina.
Cincuenta años después, se publican miles de discos más por año y se crean cientos de miles de canciones más. Muchas de ellas, seguramente mejores que las que el 69 cosechó. Sin embargo, aquel año será irrepetible. Podrán fundarse otros géneros y la música volverá a tener sus épocas de oro. Pero nunca será como aquella vez que el rock terminó de definir la forma de pensar, sonar y soñar de las generaciones por venir.