“Reventar el INCAA no es ninguna batalla cultural: es reventar el INCAA. Es una amenaza contra la cultura. Ojalá hubiera una batalla cultural”, expresó, hace unos días, Martín Kohan en la feria del libro ante Hernán Lombardi y Lucas Llach, dos que se ubican en las antípodas de su pensamiento.
Detrás de las palabras del escritor está la idea de que no hay una genuina batalla, disputa o debate. Existe la eliminación y la expulsión del campo de otra idea, sobre todo si se hace desde el poder.
Qué políticas, de qué forma serán llevadas adelante, cuándo y para quiénes son preguntas que no pueden quedar sin ser pensadas. El modelo de políticas para el cine puede ser extendido para todos los ámbitos de la cultura.
El formato de los medios y de las redes sociales y la intolerencia que campea a la hora de escuchar otras ideas hacen que no pueda haber debate posible.
El streaming como medio podría ser quizá un territorio más adecuado que las redes o los medios tradicionales pero los programas se han volcado más al entretenimiento.
¿Quién dialoga entonces en el campo de las ideas?
Quizá las expresiones de Kohan se amplifiquen más por el lugar en las que fueron dichas.
Así como no hay horizonte sin educación, tampoco lo hay sin cultura.
Guillermo Cerminaro