En año 97, a partir de la sanción de la ley 24800, el Instituto Nacional de Teatro fue un motor para el teatro independiente. La actividad encontró un cauce para que en cada barrio y en cada ciudad del país no solo se instalarán nuevas salas, sino que se equiparan las ya existentes o se apoyara a los grupos de teatro independiente.
Sin el estado no hubiera sido posible. De prosperar el proyecto que el Poder Ejecutivo envió al Congreso para derogar la Ley Nacional de Teatro (además de muchas otras leyes, algunas de ellas vinculadas a la promoción cultural), no será posible la continuidad de los espacios más pequeños. El presupuesto del INT es una gota de agua en el mar con respecto al presupuesto nacional. ¿Cuál es la necesidad en términos de ahorro del gasto público?
Paradójicamente, en un momento de declive del estado en los 90, por la insistencia del mundo del teatro se creó el INT con representación de cada región del país y con la dirección ejecutiva de Lito Cruz, quien le dio un gran impulso a ese momento fundacional.
Buenos Aires en particular está entre las ciudades con más salas de teatro independiente en el mundo. En su gran mayoría ofrecen espectáculos de gran calidad, a precios accesibles y que conforman un mapa junto al teatro oficial que permiten el acceso a quienes de otra manera no podrían tener ninguna posibilidad.
La pandemia resultó un golpe duro del que algunas salas no pudieron reponerse. De derogarse la Ley el Teatro, como en otros sectores de la economía, quedarán los grandes establecimientos, que salvo excepciones, ofrecen espectáculos de difícil acceso y de poco riesgo artístico.
Sin estado no habrá cultura y sin cultura no habrá destino.
Mito Mauro