A poco de iniciar el relato Carolina Sanín decide adelantar el final. “Nunca nos tocamos, ni llegamos a estar en una misma habitación, ni siquiera en la misma ciudad del mundo”.
Queda claro: no habrá encuentro entre los protagonistas de la historia de amor a distancia, entre la escritora colombiana y el poeta chileno que vive en China. Y esa decisión de spoilear el final bifurca el camino. Habrá quienes abandonen la lectura, pero el que siga se verá recompensado por las idas y vueltas de un río de palabras potente, agudo, conceptual.
Sanín facilita ese camino con una forma de narrar que seduce por el estilo y el encadenamiento de las palabras que resultan más importantes que la historia en sí.
El que se relata en “Tu cruz en el cielos desierto” será un amor fabricado con palabras, sin tacto y sin olfato.
Es una novela, pero también es un ensayo sobre un tema del que se ha hablado y se habla todo el tiempo, reactualizado en épocas de redes sociales donde todo es más veloz y las cartas quedan claras en la primera mano.
La escritora colombiana acude a Shakespeare, a Rulfo, a Dante mientras intercala partes de los encuentros de dos protagonistas con pretensiones diferentes: ella quiere superar la virtualidad para pasar al encuentro, él está cómodo con el vínculo a distancia.
Sanín parece manejar las palabras a su antojo como si fuera un campo más maleable que el del amor, en un territorio solo reservado para los buenos escritores.
Guillermo Cerminaro