El mapa que puede armarse a partir de la grilla del reciente Cosquín Rock plantea, al menos, dos preguntas.¿Lo viejo no acaba de morir? ¿Lo nuevo no termina de nacer?
Aquello que Antonio Gramsci afirmó para el ámbito político, puede plantearse como pregunta para el rock nacional.
Muestra de lo viejo es la permanencia de bandas de más de treinta años de trayectoria que parecen presas de un estancamiento. Su presente es representar lo que en algún momento fue nuevo.
Siempre hay excepciones y la más notoria es Babasónicos, que ha hecho un culto del movimiento y la transformación. Ellos han aportado en sus últimos discos canciones que permanecerán. Quizá La Pregunta sea la mejor canción de la última década y compite no solo con las propias de Babasónicos, sino que está en una lista selecta del rock de acá. Otros grupos casi que no incluyen en sus shows canciones nuevas, en parte por el conservadurismo del propio público y en parte porque no están a la altura de las históricas.
Lo nuevo, que no parece terminar de nacer, hay que buscarlo en la música urbana.
Si bien hay varios postulantes, en parte por trayectorias incipientes, no terminan de ser consistentes los shows en vivo.
Wos quizá sea el que más cercano está a lograr esa meta. Es sabido que estuvo en lo más alto del freestyle. A esa capacidad lírica le ha adicionado un rock potente, en una mixtura que podría marcar un camino que combine la energía y la denuncia social constitutivas del rock.
En época de festivales, la presencia de varios de ellos en Lollapalooza, Rock en Baradero y Quilmes Rock, dará más elementos para responder a las dos preguntas planteadas.
Guillermo Cerminaro