Gente caminando por los barrios. Los que pasan, miran. ¿Qué es esto preguntan? “El Festival de caminatas literario” responde una de las organizadoras.
En todos los barrios, en Chacarita, en la Boca, en Almagro, en Palermo, en Floresta, en Liniers (y en todos los demás) pasó lo mismo, pero diferente. Gente que camina escucha distintas historias.
Treinta y dos caminatas, más de mil quinientos caminantes. Todas las recorridas con su sello. Algunas cortas, otras más largas. Alguna narradas por la voz que sale de los auriculares, otras por un guía. Siempre un hecho sorpresivo, una aparición, una intervención, algunos poemas colgados en la pared, alguien que espera para narrar en una esquina, una canción inesperada.
Caminatas y más caminatas. Siempre, de alguna manera, el vínculo con la literatura.
Asociar a la ciudad con los pasos de un grupo de personas, asociarla con los libros. Mirar de otra manera. De eso se trata.
Las actividades fueron organizadas por la ONG Urbanismo Vivo, un colectivo que trabaja en proyectos con el fin de unir la ciudad con la ciudadanía. Al idear este Festival en particular, la idea fue multiplicar las miradas con las que se mira la Ciudad.
Mariano Goscilo, uno de los guías, señala siguiendo esta idea, que “cuando uno camina la creatividad se incentiva de mayor manera. Compartí una metodología usando herramientas literarias como las de Hemingway o de Vonnegut, porque no quería que fuera una mera impresión propia sino algo más objetivo. Me interesaba que el formato de caminatas fuera algo que se pudiera replicar en otros barrios, en otros lugares, en otras ciudades”.
A modo de ejemplo, Paula Kipen, quien fue otra de las guías, cuenta que “el barrio de Chacarita se dibuja en estas cuadras a merced a una mediación que es, al mismo tiempo, un juego de dualidades: el caminante que medita, el trabajador que pasa, la cita en ese café, la vecina que hace las compras, el viajero que escribe, el escritor que relata, el narrador que conmueve”.
Martín Kohan contó cómo es su ceremonia y su acontecimiento al ir a ver a Boca, Borges tuvo más de una recorrida (Borges no iba a tener una sola). Casi todos los barrios mostraron alguna particularidad para muchos escondida.
La recorrida por Villa Crespo denominada “Okupar nuestro espacio”, imbuida por una perspectiva de género, fue guiada por el colectivo Belleza y Felicidad. Resultó de las más sorprendentes: lecturas de poemas, canto lírico, baile.
Una de las últimas, por el barrio de Pompeya, contó con los textos de Carolina Sanín y fue guiada por Ezequiel Mandelbaum. La escritora colombiana, quien nunca estuvo en el barrio, creó su propia Pompeya inspirada en los versos del tango Sur. Otra sorpresa más: quienes habían escuchado su voz por auriculares, una vez terminada la recorrida, pudieron conversar con ella en una videollamada en el espacio CheLA.
El festival llegó al final el domingo pasado. Carolina Huffmann, una de las creadoras y organizadoras, cuenta con entusiasmo: “nos pone muy contentas que los festivales tengan diversidad de voces, tanto por quienes guían como por quienes vinieron, como así también diversidad de edades. Poder visibilizar historias que no son ni siquiera accesibles o ni siquiera posibles de imaginar. Que las personas te las cuenten de forma directa humaniza mucho las historias. El intercambio de la gente que va, las charlas que se dan, lo divertido de poder conectar con la Ciudad desde un lugar lúdico, de un lugar como más liviano, de poder hacer estas historias propias, porque todas tenemos estas historias propias que nos atraviesan”.
El festival sigue. De otra forma. Así lo explica Huffmann: “la siguiente etapa que tiene que ver con que los audios estén en la página, que estén los recorridos, que la gente puede hacerlos por su cuenta o con familia o con amigues y jugar”.
Los caminantes seguirán por los barrios. Y harán, una vez más, camino al narrar o al ser narrados.
Guillermo Cerminaro
Para ver las novedades y revivir lo que pasó en el Festival: www.festivaldecaminatas.com.ar