El 2022 no resultará un año que va a quedar en la historia en lo que se refiere a la producción musical.
Si bien han vuelto con ímpetu los festivales y los shows sin restricciones, no parece haber novedades significativas post pandemia.
En materia discográfica, a nivel internacional, resalta The Car, el nuevo disco de Artic Monkeys. La banda británica siempre parece correr el límite. Si tomamos de punta a punta su producción desde el 2006, con las escalas intermedias incluidas, hay un riesgo, una búsqueda del sonido y eso es una rareza en tiempos en los que campea la seguridad.
Fontaines D.C. presentó Skinty Fia, un disco en el que la banda de Dublin expone un post- punk revitalizado, denso, muy parejo en todas sus composiciones.
Quizá el regreso más auspicioso sea el de Stromae. Luego de varios años de ausencia, uno de los artistas integrales más importante del nuevo siglo, presentó Multitude. El Belga crece en el escenario, en el que a los aspectos musicales adiciona el vestuario, la puesta y su movimiento en escena.
En el ámbito local, Trinchera, el nuevo disco de Babásonicos , si bien no está a la altura de sus grandes trabajos, demuestra la consistencia y el cuidado de una de las pocas bandas en la que se puede cifrar la esperanza de un atisbo de novedad.
La música urbana sigue activa y, demuestra en las secciones de Bizarrap su vitalidad. Bien o mal, el segundo disco de Trueno, lo posiciona como una de las figuras de la escena. El joven nacido en La Boca y proveniente de las batalles de freestyle deja en claro que también es capaz de hacer una serie de buenas composiciones.
Es cierto que hay que dejar pasar el tamiz del tiempo para ver qué queda y qué no. Los mencionados, y seguramente algunos otros trabajos injustamente olvidados aquí, son los que parecen tener condiciones de perdurabilidad.
Mito Mauro