David y Roger
David Foster Wallace en su libro “El Tenis como experiencia religiosa” entroniza a Roger Federer, enalteciendo su juego a niveles estelares en detrimento de Rafa Nadal.
“La belleza no es la meta de los deportes de competición, y sin embargo los deportes de élite son un vehículo perfecto para la expresión humana”. Cuando habla de esto, Foster Wallace habla de Federer. Al hablar de Nadal se refiere “al marcial tenista español, con sus bíceps desnudos y las exhortaciones Kabuki que se lanza a sí mismo”.
Foster Wallace se suicidó en el año 2008, dejó inconclusa su obra y no pudo ver los progresos de Rafa para comprobar que lo del español no es solo esfuerzo, sino una enorme capacidad por mejorar su juego y completarlo a niveles que nadie hoy puede decir que solo es un frontón que devuelve pelotas.
Cuando el escritor estadounidense murió, Novac Djokovic solo había ganado el abierto de Australia, el primero de los grandes torneos que ganaría metiéndose como una cuña entre Federer y Nadal.
Con el triunfo en Wimbledon “Nole” se colocó a solo un torneo de Grand Slam de Nadal y superó al suizo por uno cuando aún le queda cuerda en el carretel.
¿Qué diría el escritor estadounidense de Djokovic? Lo pondría cerca de Nadal o de Federer, de Apolo o de Dionisio.
Quizá hubiese enaltecido su condición de hombre elástico como el superhéroe de DC Comics.
Foster Wallace ganó su propio torneo de Grand Slam en 1996 con su novela La Broma infinita (que es considerada una de las obras más trascendentes del siglo pasado) cuando Federer aún no había ganado ningún torneo.
En el tenista suizo, Foster Wallace admiraba la belleza de su juego y sus movimientos. Más allá del jugador completo en el que se transformó Nadal, más allá de lo que Wallace no pudo ver de Djocovic, Federer es un caballero de fina estampa.
Así lo demostró entrando a Wimbledon vestido de impecable traje y zapatillas blancas recibiendo la mayor ovación entre todas las estrellas que se dieron cita en Londres.
¿Volverá a entrar a una cancha vestido de tenista? Si así fuera, se podrá apreciar una vez más lo que dice Foster Wallace cuando habla de “la belleza y la genialidad de su juego”.
Guillermo Cerminaro