Cada vez son menos las presentaciones de discos. Cada vez son más los discos que se vuelven a presentar 25 o 30 años después.
Fito Páez inició una extensísima gira que coronará con dos shows multitudinarios en Vélez el 1 y el 2 de Abril, para conmemorar los treinta años de la publicación de El amor después del amor, editado el 1 de junio de 1992.
A nadie escapa la importancia no sólo en ventas de El amor después del amor. En cualquier lista figura entre los mejores del rock nacional. Canciones como La balada de Donna Helena, Sasha Sissí y el Círculo de Baba o Un vestido y un amor parecen escritas hoy.
Quienes van a verlo tendrán diferentes motivaciones. Recordar sus años de juventud, mostrarle a sus hijos lo que ellos vivieron de jóvenes, esperar que ls canciones brillen como el primer día.
Eso no va a ocurrir. Si bien la mayoría de los temas han envejecido soportando el paso del tiempo con elegancia, lo que pasó corresponde a otro contexto histórico -los 90- en los que el aporte estético de Fito resultó innegable.
Ocurre con la memoria y su capacidad de evocar casi un efecto inversamente proporcional al que ocurre con la capacidad de curiosidad en el ser humano.
Cuando este último atributo se opaca aparecen los recuerdos que, si bien necesarios para la vida, ostentan una característica de comodidad que tiene que ver con la ilusión de recuperar un brillo propio de otros tiempos.
Está bien sin embargo recordar y si es posible reactualizar (como prometió hacerlo Fito con nuevos invitados para las canciones) los discos presentados décadas atrás. Mejor sería presentar discos nuevos y asomarse a la posibilidad de que el brillo de las canciones ocurra de nuevo.
Mito Mauro