Antes del estreno de The Flash, Julio Leiva, en su ciclo Caja Negra, le preguntó a Andy Muschietti:
“Sos director de It, director de Flash, los dos son un viaje. It es un viaje a la niñez y Flash trabaja sobre el viaje en el tiempo, entonces mi pregunta es: Alguien al que le va bárbaro, que no sé si tiene necesidad de intervenir, ¿irías a tu pasado a meter mano?”
La respuesta del director no se hizo esperar: “Más que para corregir algo iría al pasado a revivir ciertas épocas de mi vida que fueron divertidas, que fueron estimulantes y hay muchas”
Aunque parezca diferente a la visión de la película (Flash vuelve al pasado para corregir un hecho azaroso, la muerte de su madre que desencadena en la injusta prisión de su padre) quizá el punto de mayor interés, al menos para los fans, sea revivir los momentos estimulantes del pasado con los diferentes cameos de los superhéroes del universo D.C, algunos a los que ya no se los volverá a ver en pantalla.
La película se sostiene con la dúctil actuación de Ezra Miller pero quedan en el debe ciertas confusiones de guion. Algunos temas que pretende tratar no arrojan nada novedoso y ya fueron abordados de mejor modo por el cine (el viaje en el tiempo y sus ulteriores consecuencias en el multiverso o el vínculo hijo madre padre).
En la respuesta de Muschietti no hay casi duda. Flash viaja al pasado, pero luego se da cuenta de su error.
La física no permite viajar en el tiempo (por la teoría de la relatividad de Einstein no se puede viajar más rápido que la luz) y la el multiverso no es aceptada por toda la comunidad científica. Por ahora no es un dilema para la humanidad que debe resolver otras cuestiones más urgentes.
Guillermo Cerminaro