En un análisis rápido de lo que sucede en materia de comunicación en redes sociales notamos que se repiten algunos patrones. Claro que para hacerlo de manera más certera habría que construir una nube de tags.
Sin tanta pretensión, a vuelo de pájaro, podemos encontrar: se cumplen años de la publicación de… es el aniversario de la muerte de….hoy cumple años….los mejores discos del año…hace diez años salía el disco de…
Y así podríamos seguir con un listado que por un lado refleja la historia de los últimos años, pero que, en general, es el dato puro y el recuerdo que no es fruto de una actualización, sino que, al estar congelado el pasado, no puede más que generar nostalgia.
¿Y el presente, cómo juega en esto?´ Juega poco, porque por un lado hay cierto letargo y por el otro hay pereza para comentarlo, reseñarlo, analizarlo y ponerlo en contexto.
Es más fácil una efemérides que una reseña, más cómodo el recuerdo que la crítica.
Quizá si valga la pena una revisión de obra como se ha hecho en el caso de En busca del tiempo perdido a raíz de los 100 años de la muerte de Marcel Proust. Ahí, no solo el personaje sino la obra es confrontada con el presente y se pone en cuestión su actualidad
Justamente en El tiempo recobrado, el último tomo esa gran obra dice Proust: “Un nombre, eso es todo lo que muy a menudo queda para nosotros de un ser, ni siquiera cuando ha muerto, sino cuando está vivo”.
Esto, que fue escrito hace 100 años, hoy amplificado en redes sociales, es lo que queda: un nombre, que en 100 años será olvidado salvo excepciones, como sucede con el escritor francés.
Quizá (pocos artistas lo logran) a veces queda una obra. Y ahí, adentrándonos en esa profundidad, tendrá sentido mirar para atrás, porque de alguna forma es mirar para adelante.
Guillermo Cerminaro