Se fue Rosario Bléfari, muy pronto -tenía 54 años-. Y con ella se va la obra que no fue y queda todo lo que sí hizo, que fue mucho y en distintos campos del arte.
En la música resultó una artista particular, al frente de Suárez en los 90 –cuando las mujeres no asomaban en el indie pop-, luego con su carrera solista y más tarde con Sue Mon Mont y Los Mundos Posibles. Como actriz brilló en cine en Silvia Prieto de Matín Rejtman y en más de veinte films.
Siempre su obra fue exquisita, ideando sonidos y palabras nuevas, siempre en búsquedas sutiles.
El lenguaje le era natural y sus poemas fueron muestra de su vínculo con las palabras. Uno de ellos dice: “Es de noche casi siempre/en el cuarto de mi vida/que comienza/con que soy incapaz /y abuso todo el tiempo de mi defecto/igual hago todo/lo que hay que hacer y lo que quiero/me destroza la edad/y lo que creo que es/no es/y me desespera como si la siesta continuase/a la mañana siguiente /y al otro día/otro día.”
Podríamos decir que Bléfari fue única por su multiplicidad y su originalidad. Por eso en momentos en que campea la estandarización se va a sentir más su ausencia, que se produce cuando tenía aún mucho para dar.
Guillermo Cerminaro