Hay algunos que nacen predestinados. Y no es su origen lo que los signa, ni tampoco su religión o su mandato familiar. Lo que los marca para toda la vida es algo mucho más personal e intransferible: Zach Galifianakis, con esa cara, no podría haber sido otra cosa más que comediante.
Es que sus ojos de desquiciado y su barba descuidada lo colocan en el lugar justo para el chiste: es un outsider en un medio que, paradójicamente, está hecho a su medida. Y a sus 50 años de edad recién cumplidos –nació el 1 de octubre de 1969-, se impone ya no como un referente del underground sino más bien como un número uno. La reciente aparición de la película Between Two Ferns lo confirma. Pero no hacía falta tanto: su talento está demostrado desde hace rato.