La ceremonia de leer en voz alta es algo inusual. Mucho más si esa lectura es colectiva. A los niños se les lee en voz alta como una forma de iniciación a las palabras que se entrelazan y forman historias.
Rodolfo Fogwill recomendaba leer los textos en voz alta, actividad que muchos escritores no suelen hacer. En la Feria del Libro, entre los múltiples espacios, se ha generado un tipo de actividad vinculada a la mera lectura.
Entre lo más destacado, en una maratón de lectura que incluyó, entre otros, a Mauricio Kartun, Cristina Benegas, Carlos Gamerro se leyeron textos de Juan José Saer a veinte años de su muerte. Martín Kohan dio el puntapié inicial leyendo un fragmento de Glosa.
La editorial La Conjura, que publicó 266 Microdosis de Bolaño, organizó una actividad en la que se leyeron 26 textos del libro en el que autores de 26 países escribieron sobre el escritor chileno. En ella participaron autores y público mezclados e imbuidos por el espíritu bolañesco en muchos casos con elecciones de textos en los que primó el azar.
También naturalmente se han dado ciclos en los que se leyó poesía.
No solo de lecturas vive una comunidad pero qué necesario es ese rito.
MIto Mauro