Apenas pasadas las 20:30hs sonó la primera tecla de los teclados de Charly. En un Teatro Gran Rex lleno, con De mí, el rock le dio corriente a La torre de Tesla.
Fue entonces que gritaron desde el segundo piso. “Y no, no nos olvidamos de vos”, luego, siguió encendiendo “La máquina de ser feliz”, y una vez prendida empezó el recorrido. Un recital que mezcló temas clásicos con nuevos de un Charly que continua dejando su impronta en el rock nacional. El climax vino de la mano de Rezo por vos, cuando el escenario y el público se fundieron en un único grito.
Una performance de una hora y media con el Zorrito Von Quintiero marcando el tempo de los veintidós temas y con Kiuge Hayashida, Carlos González, Antonio Silva y Rosario Ortega que se consolidan como buenos partenaires.
En el fondo, pantallas con grandes escenas del cine alternativo y dos columnas de sonido que hicieron vibrar el teatro. Muchas generaciones mezcladas escuchando al último eslabón de la era dorada del rock nacional: El Flaco Spinetta, la Negra Sosa, los Beatles y Sumo (de la mano de Pettinato) se dieron una vuelta por Avenida Corrientes.
Todos sabemos que Charly no es el mismo. Un Charly que “silloneó” todo el recital y algunas lagunas quedan de lado porque una vez más demostró que es un distinto. Sin dudas, los teclados y la viola son una parte más de su cuerpo.
Alguien le recordó desde las primeras filas, lo que muchos piensan: que es el más grande de todos. Y él contesto: “Si, ya lo sé”.
Federico Martínez Waltos