El próximo 18 de octubre, María Pien presentará en vivo su nuevo trabajo, Afuera el Sol Estalla. Y la fecha resulta especial por el carácter celebrativo del disco: el nuevo álbum de la cantautora reúne una colección de composiciones creadas por sus contemporáneos, por una generación que ha encontrado una belleza especial en las canciones. Una belleza que ella hizo propia, en 14 tracks que, aunque no fueron compuestos por ella, suenan con su sello indeleble.
¿Cómo fue la selección de la canciones de ‘Afuera el sol estalla’? ¿Cómo llegaron hacia vos?
Fue bastante espontánea. Hace años tenía la idea de hacer un disco de versiones de canciones de amigas y amigos, y el concepto se extendió un poco para abarcar la obra de personas no tan cercanas que también admiro mucho y que generacionalmente caben más o menos en lo que podríamos llamar una misma ‘camada’. Tengo la suerte de estar rodeada de un montón de compositoras y compositores geniales, así que partiendo de esa idea ya había muchísimo material para elegir, entonces obviamente tenía que haber otros criterios además de ese para la selección, para darle forma al disco y que tenga unidad como obra.
El primer requisito para entrar a la lista fue que sean canciones que me calen hondo, que me conmuevan. Después fue probar un poco con los arreglos y la interpretación, ver si al cantarlas realmente sentía que podía aportarles mi mirada. También fui charlando sobre la selección con Guli (Agustín Bucich), con quien trabajamos en equipo para producir y que también mezcló y masterizó, ya que uno de los hilos conductores importantes en el disco es el sonido lo fi, bien cintoso, que es su especialidad. Nos propusimos jugar a hacer una especie de Álbum Blanco (somos muy fans de los Beatles), un disco que sonara de otro tiempo y a la vez atemporal: algo así como una nostalgia del presente, porque las canciones son de ahora. Entonces, otro criterio fue que las canciones pudieran adaptarse bien a ese plan. Otro criterio fue que hubiera paridad de género, es decir igual cantidad de compositoras mujeres y varones.
¿Cómo se trabaja con la interpretación a la hora de abordar canciones que no fueron compuestas por vos? ¿Qué posibilidades artísticas te dio eso?
Creo que hay muchas formas de hacerlo. Intento siempre ser respetuosa de la composición que voy a interpretar, lo primero que hago es estudiar la canción tal cuál fue compuesta, porque siento que ahí ya está todo, la materia prima ya está en la música y las palabras. También intento ser fiel a mí misma, descarto cualquier cosa que me suene forzada. Trabajo con el texto, lo copio a mano en muchos casos, y ahí voy descubriendo qué me toca, qué me llama la atención, qué me pasa cuando digo esas palabras, cuando las canto. A partir de eso que siento luego voy tomando decisiones, que a veces sí me llevan un poco más lejos de las versiones originales, pero siento que igual no se desvía la mirada de lo importante, que es ese esqueleto hermoso de letra y música, la médula ósea de la canción, que se sostiene sola cuando está buena.
¿Qué posibilidades y qué limitaciones tiene trabajar con un sello independiente como Elefante en la Habitación?
Elefante en la Habitación! es un sello en el que les artistas que formamos parte también hacemos todo lo demás -producción, distribución, redes, etcétera-, así que lo más importante que nos da es la libertad de hacer las cosas 100% a nuestra manera, como nos pinte, sin condicionamientos de tiempo ni otras cuestiones que en cualquier otro sello serían más estrictas y/u organizadas, y que nosotres simplemente no podemos llegar a abarcar del todo. Eso al mismo tiempo es un poco una limitación, porque la industria no se maneja así, y venimos moviéndonos con bastante anarquía en ese sentido. Por otro lado, al ser también un colectivo de artistas, nos da una red de contención, el apoyo de amigues que están en la misma y con quienes nos ayudamos en un montón de cosas constantemente, y también una red de contactos que fuimos construyendo entre todes a lo largo de estos años. Elefante somos nosotres, con todo lo bueno y lo malo que eso implica.
Hace algunos años viviste en Estados Unidos durante un tiempo, ¿qué herramientas te dio esa etapa para tu formación y tu desarrollo artístico?
Un montón, fundamentalmente porque me sacó de mi cotidianidad hasta ese momento, ¡fue muy desafiante mudarme sola al otro extremo del continente a los 21 años! Aprendí un montón en lo formal con las materias que cursé, pero sobre todo me dio ese sacudón enorme que te dan los viajes, y me dio un montón de tiempo en soledad para investigar, hacer canciones a rolete y encontrar mi propia voz como compositora, que a partir de ahí cobró entidad, para luego ir mutando, muriendo y renaciendo muchas veces.
En tu carrera cantaste varios temas en Inglés y en Francés, dos idiomas que dominás muy bien, ¿cuál es la importancia que le otorgás a la palabra en la música?
Aprendí en mi casa a amar las palabras, literalmente puedo decir que las mamé, así que siempre le di mucha importancia a la lírica en las canciones. Sin embargo, últimamente estuve sintiendo que así como las palabras conectan también tienen sus limitaciones, algunas ya tan gastadas y vacías de sentido que casi no se pueden usar (nadie sabe qué carajo significa la frase “pobreza cero”, por ejemplo, o mismo la palabra “cambio”). Por eso, por mucho que ame las palabras, creo que la música como lenguaje es muy superior porque no necesita explicaciones, el sentido profundo está en -valga la redundancia- lo que sentimos cuando escuchamos, lo que nos atraviesa el cuerpo. A veces, la combinación de ciertas palabras con ciertos sonidos puede ser sublime, pero el sonido por sí solo puede lograrlo, en la música esa conexión va implícita, es ilimitada. Así que estoy empezando a relativizar un poco la importancia que le doy.
¿Qué planes tenés para lo que resta del año?
El 18 de octubre vamos a presentar el disco con una banda que se está armando especialmente para la ocasión, en la sala Caras y Caretas, y compartiendo con dos genias que admiro mucho: Valeria Cini, que también presenta disco y también está en el sello Elefante, y Mariana Päraway, compositora mendocina y amiga de larga data. La idea es poder llevar ese mismo formato luego a La Plata, Córdoba y a lo mejor algunos lugares más. Luego de eso, ni idea qué va a venir. Paralelamente, estoy grabando el primer disco de un proyecto nuevo, la banda Ruiseñora, en la que componemos junto a mi amiga Lu Pivetta y con la que vamos a salir a tocar a full en 2019; y también antes de fin de año se vienen muchas fechas con GULI, que es la banda de (qué sorpresa) Guli mismo, en la que toco la guitarra y hago coros.
Patricio Cerminaro
Foto: Josefina Chevalier