Alejandro Winograd es el Director General de Ediciones Winograd. Hablamos con él y nos contó qué es ser una editorial independiente, cómo arman su catálogo y habló sobre sus reciente participación en la Feria de editores del Konex: “la feria es como ir a otro país, en verdad uno mira libros distintos, es muy atractivo que haya una o dos o tres ocasiones en el año en que eso ocurra, lo bueno es que esos libros no solo están sino que son los protagonistas. No hay tantos países donde los libros despierten ese entusiasmo como en Argentina”.
¿Cómo nació la editorial?
Nuestra editorial nació como un deseo personal de mi mujer y mío, sobre todo de ella, más que como un proyecto de vocación comercial aunque decidimos hacerlo con la máxima seriedad. Ella es filósofa, profesora y doctora en filosofía, y sentía que había algunos libros que sería bueno que estuvieran a disposición del público y no estaban. Primero publicamos libros medievales, humanistas renacentistas y luego se extendió hacia atrás, hacia la antigüedad, todavía no llegamos a la filosofía moderna.
Además agregamos, por un conocimiento mío, una serie de crónicas de viajes. Yo dirijo una colección de crónicas de viajes que hacen en conjunto Eudeba y El museo del fin del mundo de Usuhaia. A partir de eso es un tema que conozco y que me interesa. Nuestra editorial tiene entonces esas dos líneas.
Ustedes son una editorial independiente, ¿cómo definirías justamente ese concepto?
Usamos con mucha liviandad la definición, no tenemos una definición precisa, cada uno ensaya la suya, pero la verdad que los límites son borrosos. Alguna vez alguien me dijo que una editorial independiente, en términos económicos, no tiene que estar sujeta a la venta de cada día para ver lo que hace. Lo que sí es cierto es que la mayoría de las editoriales nacieron de un deseo y una vocación. No es que pueden independizarse de los resultados económicos pero sí ser menos sensibles a ellos que una empresa comercial clásica. Y el otro criterio, que para mí es el más importante, es que hay una o dos personas que eligen entre lo que leen lo que desean publicar, pero es como si fuera alguien que públicamente recomienda un tipo de lectura, las editoriales independientes se hacen responsables de eso. En una gran editorial, que naturalmente publica un poco de todo, uno nunca sabe quiénes, cómo y por qué eligen cada obra.
¿Hoy por hoy se lee más filosofía?
Sin dudas. Cuando yo era chico la filosofía era algo que remitía a un viejo con toga pensando. Hoy ocupa un lugar más importante que hace 40 años, mucha gente encuentra en la filosofía algún tipo de refugio. A nosotros nos atrae que los lectores pierdan el miedo a las fuentes originales.
¿Vos crees que Netflix y las redes sociales son una competencia para el lector?
Los que hacemos libros, cualquier libro, sabemos que siempre sentarse a leer un libro implica una decisión del uso del tiempo libre. En ese sentido hay una competencia, sobre todo en el caso de las novelas. En nuestro caso menos, ya que nosotros ofrecemos una forma de uso del tiempo distinto. Pero también hay algo de complementariedad porque en las redes se lee todo el tiempo, somos más curiosos por la información, todos los elementos de la posmodernidad tecnológica no son una competencia en ese sentido.
¿Cómo eligen los libros que editan?
Hacemos los libros que nos gusta leer y preparar, con lo que nos gusta trabajar. Hay muchísimos lectores, cada uno con sus intereses, y uno se encuentra con ellos. Tanto en la feria como en el mundo editorial hay lectores para todos los libros y libros para todos los lectores.