¡Hay una nueva película de Star Wars y la dirige Rian Johnson!

“¿Quién es ese?”, dirá el lector. Es un cineasta raro, pero en el mejor de los sentidos.

Tomemos “Estafa de Amor” como ejemplo: es acerca de los estafadores Bloom (“un héroe romántico de mentira”) y Stephen (que “crea estafas como los rusos muertos escriben sus novelas”). Bloom está cansado de vivir mintiendo y decide abandonar a Stephen, pero este último lo convence de hacer un último gran timo. Suena genial, pero la cosa se complica cuando Bloom comienza sospechar que tal vez él es la víctima de la estafa y sólo está viviendo otras de las ficciones de su hermano.

Antes que nada, la película es un delirio. Es casi un dibujo animado. A algunos personajes hasta parece incomodarles el hecho de no ser bidimensionales.  Y encima están haciendo mal su papel: su hablar es mecánico y artificial y su andar es torpe e increíble, pero es por eso que nos caen tan bien.

No escribo nada original si digo que las películas de robo tienden a funcionar como metáforas del cine mismo. Hacer una película es, en cierto sentido,  juntar a un grupo de personas con distintos talentos para armar una ilusión que engañe al espectador. En este film, lo esencial no es desenmascarar la ilusión (todos ya sospechamos que existe), sino descubrir su verdadera finalidad, pues las mejores películas, Rian Johnson, son las que, a pesar de tantos efectos y referencias, terminan en un lugar genuino y conmovedor.

Lo mismo pasa con las mejores películas de Star Wars.

¡Que la fuerza los acompañe!

Pablo Velázquez