En estos días, en lugar de cambiar, todo parece volver aunque no en un sentido nietzcheano.
El filósofo alemán, cuando enuncio el eterno retorno, no se refería a la vuelta la de lo idéntico. “El eterno retorno afirma todo lo múltiple, todo lo diferente, todo el azar” interpreta Deleuze en Diferencia y Repetición.
¿Qué tiene de retorno, en ese sentido, la vuelta de bandas legendarias para hacer lo mismo cuando la motivación principal parece ser el dinero? ¿Oasis vuelve acaso por otra causa? ¿Será para reestablecer las heridas entre hermanos o por otro motivo desconocido? El público tiende a creer que escucha lo mismo, lo que lo instala en un lugar seguro como si eso fuera posible. En general se quiere volver a escuchar solo lo que terminó plasmado en un disco. En verdad, todo adquiere movimiento cuando es reactualizado.
Es cierto que los hermanos Gallagher nunca en solitario encontraron la creatividad que lograron juntos cuando en el final del siglo pasado irrumpieron en la escena británica y generaron una antológica rivalidad con Blur liderando el Britpop.
Pero,¿qué vuelve? Aventurarse es difícil porque siempre está la posibilidad que el talento saque un conejo de la galera. El público (la otra parte de la ecuación), ¿qué espera? Probablemente ver lo mismo y entonces hay un problema. No hay tal retorno, al menos entendido como lo afirma Deleuze en Diferencia y Repetición
Los Oasis de los noventa no vuelven más, si es eso a lo que se aspira.
¿Cuánto van durar juntos es otro interrogante? Hace falta algún adivino para despejar tal incógnita.
Norberto Mauro