Tiago Fripp tiene 22 años. A los 18 comenzó a hacer shows de Stand Up y desde 2020 trabaja como guionista de comedia para youtubers e instagramers. Empezó guionando para Fran Gómez y, desde el año pasado, trabaja, además, con Matías Bottero y con Ferbo.
A la hora de trabajar en conjunto intenta no encapricharse con sus propias ideas. “Si siento que hice un chistazo pero al otro no le convence, lo descartamos del guion”, dice con entusiasmo.
El trabajo de guionista no es nada fácil: es prueba y error. Lo que a priori parece rendir en ocasiones no lo es tanto: “Varias veces he tenido que desechar páginas enteras con ideas que no terminaron gustando, pero se borra y se sigue intentando por otro lado”.
¿Cómo es el proceso creativo a la hora de realizar un guion?
Soy medio enfermito de los juegos de palabras, todo el día ando pensando asociaciones, así que mi primer acercamiento al guion suele ser por ese lado. Seguido a eso viene la lluvia de ideas, escribir los chistes sueltos que se me ocurran y algún concepto que tiene que estar sí o sí, por más que todavía no le haya encontrado un remate. Después darle el sentido general al guion: ver que se quiere contar, dónde arranca, cómo termina y cómo hacemos para llegar a ese final. Un chiste suelto a veces ayuda un montón a darle sentido a la sección, a la escena y en ocasiones incluso al relato en general. La primer versión del video de Fran Gómez de San Martín tenía un chiste al pasar sobre que liberaban América ganándole a los españoles una batalla de rap. Cuando Hernán (el sonidista) leyó el guion la agitó que tenía que haber un rap posta. Terminó siendo la parte más icónica del video y es como resuelven sus conflictos los próceres tanto en el Cruce de los Andes como en el 9 de Julio.
¿En qué lugar encontrás la materia prima para el humor? ¿Hay límites?
Cuando hacía Stand Up buscaba ejes cotidianos pero también me permitía irme por las ramas con cualquier temática. En el caso de los videos, depende de la necesidad del guion, hay veces que la idea central es encontrar una escena real que logre causar identificación; con Ferbo trabajamos mucho desde ahí, pero también le gusta explorar por lo absurdo y ahí queda imaginar cualquier cosa con tal de que nos de gracia. Se puede hacer chistes con todo pero hay ciertos tópicos que resultan demasiado fuertes, sobre todo a la hora de pensar el alcance que tienen. Hay que tener en cuenta tanto el contexto en el que se hace el chiste, como quien lo dice y quien lo recibe. Creo que los límites son personales (siempre y cuando no lastimen a otra persona).
Por ejemplo, en mi caso uno de mis chistes favoritos es joder con la muerte de mi papá, pero no puedo esperar que por eso otra persona que pasó por algo similar haga lo mismo. Yo de nene era muy imbécil al punto de hasta hacer sentir mal al otro con tal de causar gracia, hoy ese es mi único límite personal con el humor.
¿Qué diferencias encontrás entre trabajar realizando contenidos independientes o trabajar generándolos para Netflix o Amazon?
Siempre buscamos mantener la impronta, pero también pensamos en la nueva audiencia a la que va dirigido ese contenido y que quizás no está familiarizada con ciertos códigos de humor que tenemos con la comunidad que nos consume. También entra el factor de que tiene que ser con un tono acorde a lo que pide esa plataforma, por lo que pasa por más procesos de corrección y de reescritura.
¿Cómo es trabajar escribiendo guiones para diferentes personas?
Dependiendo con quién esté trabajando encaro los guiones de un modo distinto, ya que con cada uno varía el tono o el ritmo de los chistes. A su vez cambia el modo en el que buscamos llegar hasta el chiste. Con Ferbo es un ida y vuelta creativo de manera más dinámica que busca incluir a la mayor cantidad de personas posibles y a la vez pensar remates con cambios de sentido. Con Fran Gómez nos juntamos y pingponeamos pero sobretodo tiramos puntas y durante la semana las vamos puliendo. Nos encanta la intertextualidad, hacemos mucha referencia a series, películas, entrevistas populares. Con Matías Bottero hay noticias generosas donde llueven los chistes y otras que el proceso se vuelve más pausado y exigente, ahí podemos estar una hora reloj pensando un único remate. Por más que a veces los chistes terminan siendo un parto el resultado siempre vale la pena, a diferencia de los partos reales.
Guillermo Cerminaro