Cumplidos los cuarenta años de los tres conciertos de Talking Heads en el Pantages Theater de Los Ángeles, se reestrenó, en distintos cines Stop Making Sense, la película de Jonathan Demme (El silencio de los inocentes). El director pone el foco en el lugar justo y realza aquellas noches pletóricas de un frenesí musical pocas veces visto.
Las seis cámaras dispuestas parecen estar en el lugar correcto. En el caminar del David Byrne al escenario, en el movimiento de enorme belleza asincrónica del cantante en el primer tema Psycho Killer, en la incorporación paulatina de los integrantes de la banda a lo largo de la primera parte y en cada detalle de la hora y media que dura el film.
Solo al final se muestra al público bailando en una decisión muy respetable: en una sala que no estaba llena, el escenario es el lugar del acontecimiento sensorial y musical
Claramente la figura de Byrne -uno de los mejores en el manejo de escena de la historia del rock y del pop- se lleva todas a las miradas. Sin embargo, no se debe prestar atención solo a él. Todo tiene sentido en cada movimiento, en cada intervención de los músicos.
Talking Heads, como muchos otros grupos del post punk, suena moderno. En el caso de ellos, además. el concepto escénico los potencia al máximo.
Para muchos Stop Making Sense es la mejor película de conciertos de la historia. No parece ser exagerado.
Guillermo Cerminaro