Cualquier genealogía del metal en Argentina nos lleva a V8, banda fundacional del género.
Recientemente se editó un boxset con material gráfico inédito, sus 3 álbumes en vinilo totalmente remasterizados para celebrar los 40 años de la salida de su disco debut “Luchando por el metal”.
No solo fue su obra, aunque extensa, sino su influencia lo que engrandece a la banda. Sus cuatro integrantes, luego de la separación de V8 a finales de los 80, brillaron en las bandas que se conformaron a fines de los 80.
Ricardo Iorio con Hermética, Beto Zamarbide con Logos, Osvaldo Civile con Horcas y Gustavo Rowek en Rata Blanca demuestran como la ramificación del grupo inicial creció hasta llegar su punto más alto.
V8 fue la voz de una parte de las de las clases trabajadoras y marginadas a la salida de la dictadura militar. Conformando su identidad en oposición a los hippies y a la policía la participación en el B. A. Rock en el año 82 marcó un hito. Fue tal el revuelo causado que la organización decidió recortarles el tiempo de actuación. Lejos de amor y paz venían proponer resistencia al status quo.
Destrucción pasó a ser un himno del metal y la prensa especializada siempre consideró a Luchando por el metal como uno de los mejores álbunes del género.
Hoy los tiempos son otros. Y la añoranza no es buena consejera. El metal incipiente en estas tierras creció a finales de la dictadura, como expresión de jóvenes cuando era peligroso alzar la voz.
Hoy la música urbana responde a otras necesidades. Aquel tiempo, en el que fueron necesarias esas voces desgarradoras, ya no está más.
Mito Mauro