¿Quién moverá el avispero?

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En los 90, el rock, quizá en su última gran respuesta masiva, dio batalla a lo que el menemismo proponía. El periodista Alfredo Rosso hablaba por ese entonces de Los Redondos como un estado sustituto en reemplazo de un estado ausente. Cada show de los Redondos era eso: un “estado sustituto”.

En este tiempo, el rock ha perdido esa capacidad de resistencia y no parece haber ninguna posibilidad que ocurra algo parecido a lo que sucedió con Los Redondos cuando las condiciones son de alguna manera asimilables más allá de la velocidad de los cambios que han atravesado el siglo.

¿Es la música urbana el rock de estos días como algunos creen?

Lejos de eso, los artistas hijos de este tiempo no parecen tener las mismas intenciones ni buscan el mismo efecto. Que sean solistas no es solo un dato. Antes había un nosotros en las canciones. Hoy -como en otros campos –predomina el yo. Por otra parte el movimiento ocupa un territorio estético que, a priori, parece ser bastante diferente entre los distintos artistas. Las canciones se escuchan de manera individual y en muchos casos solo un fragmento en Tik Tok y si bien con el tiempo hay shows masivos, no tienen un correlato con la inconmensurable cantidad de reproducciones.

Hoy se aspira a llegar al Movistar Arena, casi un “no lugar”. Antes lo aspiracional era llegar a Obras, un estadio que supo construir una mitología rockera. En estas décadas se ha consolidado la cultura del entretenimiento y la fragmentación social se ha exacerbado luego de la pandemia. El estado sustituto hoy es el celular.

La sociedad está dormida.  El rock parece haber ya tirado la toalla desde hace rato No parecen ser los artistas de hoy quienes puedan despertarla o al menos mover un poco el avispero.

Guillermo Cerminaro