Fabián Polosecki se fue hace 23 años, arrojándose bajo las vías de un tren, pero dejó un legado inigualable y aún vigente en la forma de contar historias desde el periodismo.
Es que con los dos programas televisivos que hizo en los primeros años de la década del 90, El otro lado y El Visitante, descorrió el velo de historias comunes y las convirtió en extraordinarias. Eran protagonizadas por hombres y mujeres a los que nadie veía, aunque él sí.
Sin bajar línea, sin juzgar ninguna conducta, ética y estéticamente distinto, manejaba las preguntas y los silencios con una cadencia y generando unos climas propicios para que el entrevistado se abra y conteste preguntas que, de otra forma, no podrían haber sido respondidas.
Quienes lo conocieron dicen que hacía un personaje distinto a lo que era en la vida real. Su caminar, su campera negra, sus gestos, su forma de moverse en solitario, pero también su escucha y su amabilidad eran signos de distinción.
Polosecki tuvo una amplia trayectoria en el periodismo gráfico. La revista Fierro, el diario Sur, Página /12 fueron solo alguno de los medios en los que trabajó.
Aquel 3 de diciembre de 1996 quedó truca la joven vida de Polo, pero las historias contadas, sus preguntas y sus silencios siguen interrogándonos.
Guillermo Cerminaro