En poco tiempo, la promesa que auguraban los canales de streaming se han ido desvaneciendo como las pompas de jabón de las que hablaba Sui Generis.
Salvo algunas excepciones, los que cuentan con mayor audiencia, Luzu y Olga han “retinelizado” el espacio.
La segmentación horaria en programas ha ido en detrimento de lo que parecía una fortaleza
Si tomamos el caso de Tomás Rebord, el ciclo de entrevistas llamado El Método, además de los invitados y de la sagacidad del conductor, no había tiempo fijado de duración. Las entrevistas podían durar una hora y media o tres.
En Hay algo ahí, el programa de Blender, Rebord está atado por el horario, más allá que haya encontrado un ladero implacable como Juan Ruffo.
El programa de Rebord y alguno que otro más, sobre todo en plataformas dedicadas a la actualidad política, son una excepción.
Contenido poco original, falta de creación de un lenguaje propio y un afán por inflar los números de audiencia marcan el derrotero de un barco que parece más destinado a encallar que a llegar a buen puerto.
Mito Mauro