El pensamiento occidental de la última mitad de siglo XX en adelante está dominado por Francia. Por algo el Mayo del 68 ocurrió en París.
En los últimos años varios filósofos y pensadores franceses murieron dejando una obra que engrandece el corpus del pensamiento contemporáneo. En 2021 Jean- Luc Nancy, en 2021 Bruno Latour y, en estos días, el antropólogo y etnólogo Marc Augé.
Uno de los grandes filósofos de los últimos años ha sido Gilles Deleuze que piensa que filosofar es crear conceptos.
Augé es conocido por haberlo hecho con la idea de no-lugar, pero su pensamiento naturalmente excede este concepto. A veces de estos grandes pensadores queda una sola idea que de alguna manera empequeñece su obra.
El concepto de no-lugar se define por la negativa: un lugar que no es. Allí campea el anonimato como sucede con un aeropuerto o un shopping.
Si listáramos a los pensadores franceses de los últimos tiempos se podría formar un equipo completo con suplentes que podría jugar con el resto del mundo conformado por el esloveno ZIzek, los italianos Espósito, Agamben, “Bifo” Berardi y Vattimo, el español Paul B. Preciado, Chomsky y Judith Buttler (ambos estadounidenses), el surcoreano Byung–Chul Han, el alemán Habermas o el belga Lévi -Strauss
Para los franceses, además de los citados, se alistan Lacan, Lyotard, Deleuze, Guatari, Badiou, Foucault, Ranciére, Althusser, Baudrillard, Bourdieu, Derrida, Comte- Sponville y los nombres pueden seguir.
A todos ellos les ha tocado un mundo cambiante a velocidades nunca antes vistas y que ha debido hacerse preguntas sobre el poder, el lenguaje, la sociedad de control, el psicoanálisis, la tecnología, el género, la sociedad posmoderna, la libertad, el sentido de la vida.
La pregunta que cabe es qué lugar se les da en un mundo dominado por las corporaciones. Todos ellos, con variantes, han mostrado otras voces desoídas por quienes tienen responsabilidad de poder.
Guillermo Cerminaro