A la hora de pensar qué sucesos marcan un año, lo más cercano en el tiempo parece tener una importancia relativa mayor.
El regreso de Los Piojos, con una serie de shows en La Plata, debe ser considerado así por el peso que tuvo y tiene en una generación intermedia alejada de la música que domina desde hace unos años y que en general les resulta ajena.
Naturalmente el rock sigue teniendo un público que le es fiel a bandas como Babasónicos, Divididos o La Renga. Resulta sorpresivo el crecimiento en convocatoria de Airbag, la banda formada en 1999 por los hermanos Sardelli, que se encuentran en un pico de popularidad que los llevó recientemente a llenar tres veces Vélez.
El Tiny Desk de Ca7riel y Paco Amoroso, por la calidad artística demostrada, está en el sitial más alto de que ocurrió en el año. Apenas fueron puñado de canciones, suficientes para demostrar que la novedad se emparenta en esta época con el buen gusto y la ductilidad.
La música urbana ha alcanzado masividad también en estadios. Wos, Trueno, DIllom, YSY A y Milo J son algunos ejemplos de ello. Duki el 8 de junio se presentó en el estadio Bernabeu en Madrid ante más de 65.000, demostrando que el género se encuentra en la cresta de la ola.
La forma de hacer música ha cambiado, la forma de difundirla también y las audiencias son otras.
Habrá que estar atentos a la evolución y ver cómo lo nuevo se está abriendo paso. Algunos quedaran, otros se reconvertirán y la mayoría ocupará el territorio del olvido.
Guillermo Cerminaro