Pasada la efervescencia que (cada vez menos) generan los Óscar, Zona de interés y Días perfectos nominadas a mejor película extranjera quedarán como dos gemas en un tiempo en el que ha declinado el valor de lo que el cine tiene de artístico.
Zona de interés (a la postre ganadora del Oscar) y Días perfectos (que si hubiera triunfado también hubiera sido justo), hacen de la economía de palabras, de la preponderancia de la imágenes y del valor que adquiere lo no dicho su fortaleza mayor.
En Zona de Interés, el cuarto largometraje del inglés Jonathan Glazer, se muestra la vida cotidiana de Rudolf Höss, el comandante nazi Auschwitz, y de su esposa Hedwig, que al lado del mayor campo de exterminio viven como si nada pasara. Nunca se muestra lo que sucede en el lugar que ocurren las mayores atrocidades. Se muestra el fuera de campo.
Días perfectos, la película de Win Wenders, el protagonista es Hirayama quien se dedica a limpiar todos los días los baños públicos de Tokio. Habla poco, observa todo, encuentra el detalle mínimo. Las imágenes y el rostro lo dicen todo.
En tiempos en el que todo se le ofrece digerido al espectador que teme al spoiler, estas dos películas le otorgan un lugar central para que sea él quien complete lo que no se dice, lo que se sugiere, lo que no se ve. Aquel que quiera otra cosa sabe donde encontrarla: la industria le da de comer con la mano.
Guillermo Cerminaro