El sólido texto del uruguayo Sergio Blanco y una convincente actuación de la española Elizabet Casanovas (para algunos conocida por su participación en la serie Merlí) son los vehículos para poner sobre la mesa temas como la identidad, el amor y el sexo, la migración y la discriminación.
Ya desde la entrada a la sala, Kassandra habla con el público, que será fundamental en el ida y vuelta con ella, única actriz en la escena.
Un gran acierto de la obra son los elementos paródicos que se utilizan y el recurso de hablar en inglés, con algunos cómplices entre el público como traductores de alguna de las partes de la obra.
El constante contrapunto entre los personajes por todos conocidos de la Guerra de Troya (Héctor, Agamenón, Ulises) y elementos modernos como el celular, el reconocido grupo Abba o el conejo Bugs Bunny, es otro acierto en ese dialéctica que se propone entre épocas tan distantes.
El teatro tiene de maravilloso que es un hecho que transcurre en un tiempo y en un espacio determinado. Habrá que esperar alguna nueva oportunidad de ver Kassandra, ya que las dos funciones en el marco del TABA pasaron como un soplo de viento, que, naturalmente, muy pocos pudieron disfrutar.
Guillermo Cerminaro