José Salem nació en Buenos Aires, pero desde hace unos años vive en París. Recientemente, presentó en el barrio de Palermo su novela Dominó como parte de un periplo que sigue estos días por distintas ciudades de España.
Salem comenzó a escribir la novela en 2011, en Buenos Aires. Tomás Ruiz, el protagonista, pasa los días jugando al dominó con sus amigos, hasta que la muerte de uno de ellos lo ubica en una encrucijada en su camino, casi al final de una vida que parecía no depararle demasiadas sorpresas.
Puede suceder -como en Dominó- que un hecho azaroso genere un nuevo sentido a la vida.
Salem no solo cuenta con precisión la historia sino que tiene una mirada aguda sobre la realidad.
Acabás de publicar tu novela Dominó, que transcurre en buena medida en Buenos Aires viviendo en París. ¿Tuviste que tomar distancia para escribirla?
Es cierto que a partir de mi llegada a París empecé a escribir desde otro lugar, con el compromiso y ritmo necesario y eso se debió, en gran medida, a que comencé a disponer de dos o tres horas diarias para escribir, disponibilidad que no tenía en Argentina. Debo reconocer que la toma de distancia de la cotidianeidad permitió que me aireara, que viera las cosas no sé si con mayor claridad pero al menos si con mayor libertad. La toma de distancia “entiendo” siempre es positiva, permite ver la realidad con una perspectiva más objetiva, si es que la objetividad fuera posible.
¿Qué se está escribiendo en la actualidad, cuáles son los temas dominantes?
La literatura siempre refleja, sin dudas, la realidad social de un tiempo, de su tiempo. Así, más allá de que se escriba de todo un poco, en Francia noto una temática que está cada vez más presente: la inmigración, en su doble vertiente. Por una lado el desembarco -literalmente hablando- de los inmigrantes ilegales, los que llegan -o intentan llegar- en unas barcas tan precarias que arriesgan sus vidas al intentar cruzar el Mediterráneo y el Canal de la Mancha. Por otro lado, la inserción del inmigrante, sobre todo del proveniente de Asia y de África, en la sociedad occidental. Este es un tópico que está presente en toda Europa, y al menos en Francia, en los últimos años, se han multiplicado las novelas y los ensayos que lo tocan. Todo eso con el fin de describir, alertar y denunciar la situación terrible que se vive: muertes cotidianas, en ese esfuerzo desesperado por huir de distintas realidades, no menos terribles. En Argentina, en cambio, no existe ese tipo de inmigración ni por otra parte resulta tan masiva la que llega; noto en cambio una expansión de las distopías, de la literatura de terror y, me parece, una suerte de resurgimiento del cuento, típico género rioplatense. En cualquier caso, la literatura de género, claro está, es una de las temáticas sobre las que más se escribe en todo el mundo occidental.
¿Culturalmente hablando, cómo ves a Buenos Aires en relación a París?
En Buenos Aires se respira y se vive cultura. Demás está decir que es una ciudad maravillosa desde ese y otros puntos de vista. No obstante debo admitir que la oferta cultural parisina es aún más amplia. Con relación a la literatura por ejemplo está la Maison de la Poesía (Casa de la Poesía) ubicada a pocos metros del conocido Centro. G. Pompidou que, en su cómoda sala de aspecto teatral, ofrece todos los días conversaciones con escritores y otras actividades ligadas a la literatura de un nivel extraordinario y a precios módicos, entre dos y cinco euros, aproximadamente, la entrada.
Hay que tener en cuenta que las estadísticas dicen que en el año 2022 en Francia se publicaron más de ciento once mil títulos, mientras que en Argentina la cifra asciende a unos treinta y cinco mil lo que por sí solo marca una tendencia a nivel de actividad en el ámbito literario. Por otra parte, siguiendo con las estadísticas, curiosamente, Buenos Aires tiene más librerías per cápita que París. Es más, he leído que nuestra capital es la ciudad que más librerías por persona tiene en el mundo.
Hablando de arte en general, la cantidad de museos y sobre todo de exposiciones temporarias que ofrece París es incomparable no solo respecto a Buenos Aires sino a casi todas las ciudades del mundo, exceptuando, tal vez, Nueva York. Lo mismo ocurre con La ópera, el ballet y la música de cámara: están la Ópera Garnier, ballet, la Ópera Bastilla, ópera, además de la Filarmónica, música de cámara, donde la programación a nivel internacional es constante y se renueva todo el tiempo.
De todas maneras encuentro bastantes similitudes entre ambas ciudades, a una escala menor en Buenos Aires, pero no por eso deja de ser muy interesante y variada.
Guillermo Cerminaro