Muchos grupos llegan a la cresta de la ola y luego pasan a cierto olvido.
Recientemente Xavier Font, el fundador de Locomía – los españoles que hicieron furor en los 80 con sus abanicos- aseguró que el grupo seguirá su camino con el objetivo de sostener la marca y el legado.
Esto no es patrimonio de ningún género musical: pasa en el rock, en la música tropical, en el pop.
El problema es la repetición de fórmulas y sobre todo la repetición cuando hay mucho recorrido por delante.
La permanencia no es un mérito. El riesgo si lo es.
El riesgo puede conllevar al fracaso, pero la permanencia, en una única fórmula que consiste en copiarse a sí mismo, es el fracaso. (Aunque probablemente no lo sea en lo comercial). Y ese no es el problema. Fracasar es parte de la creación. El problema es la insistencia en lo mismo.
¿Cómo hacer para no repetir(se)?
En principio con escuchas nuevas. Así como para el escritor es condición necesaria la lectura, para el músico es la escucha, a no ser que compense con otras influencias.
Lo hizo Charly, lo hizo Virus, lo hizo Soda, lo hace Babasónicos, lo hacen grupos que por uno u otro motivo tal vez no llegarán.
Pero con eso no alcanza. La lucha constante contra el cliché, el ensayo y error, la toma de buenas decisiones artísticas en el entendimiento de no sostener fórmulas que pudieron haber dado resultado pero que merecen ser transformadas son otras de las múltiples condiciones.
No solo los músicos están involucrados. También, los productores con su ánimo de maximizar ganancias e ir a lo seguro, los medios renuentes a promocionar artistas fuera del mainstream, el público con la comodidad que le brinda la identificación con lo conocido y el estado, que, lejos de declinar sus funciones en la promoción, debe ir en el camino de facilitar que los talentos puedan emerger.
Guillermo Cerminaro