En Inglaterra, en la Whorhy Farm, el festival de Glastombury reunió por tres días a más de 150.000 que se congregan en los distintos escenarios.
Glastombury no es solo un festival de música.
El arte conceptual irrumpió a partir de las intervenciones de la artista serbia Marina Abramovic y del inefable Banksy.
Antes del show de PJ Harvey, una de las artistas más interesantes de la escena desde hace años. Abramovic subió al escenario con un vestido blanco con la forma del símbolo de paz diseñado por Riccardi Tisci. La artista conceptual llamo a la multitud a que haga 7 minutos del silencio por la paz. De pronto en el paisaje bucólico de Glastonbury se hizo el silencio, que, como dijo Abramovic “en un contexto de un evento en el que hay un flujo continuo de sonido y energía ofrece una oportunidad para lograr la unidad y la introspección”
En medio del show de Idles, mientras la banda tocaba Danny Nedelko, una canción que hace referencia a la inmigración, una balsa inflable con muñecos con chalecos salvavidadas se hizo lugar entre la multitud. Luego se supo que era creación del propio Banksy como una forma de denuncia, lo que generó la reacción del ministro del interior británico.
Coldplay, Dua Lipa y Sza, los cabezas de cartel, no aportaron novedad en el Pyramid Stage, el escenarios central. Lo mejor, como suele suceder, estuvo en los escenarios alternativos.
La irrupción del arte vitalizó al festival. ¿De qué otra manera que irrumpiendo para poner al frente la denuncia podría hacerlo?
Mito Mauro