Hablar de polémicas es hablar de la época, hablar de Musk es hablar de la época. Twitter ya fue: queda lo que queda después, y por ahora podría llamarse: post-twitter. La polémica en cuestión es la quita del sistema de verificación (vulgarmente: el tic azul), cosa que no es nueva, ya estaba anunciada: hay que pagar, lo dijo Musk. Ahora (el 20 de abril) cayeron todos esos tic azul: hay una distopía ahí, la disolución de la identidad. Lo mismo de toda la vida.
Claro: ahora, (el 21 de abril, pongamos) el CEO, el polémico CEO Elon Musk, dio -la palabra es clave- verificación a tres personalidades de su elección: William Shatner (A.K.A. Capitán Kirk), Stephen King y LeBron James. Tomemos por caso al último: James ya había dicho que él no iba a pagar por ningún Twitter Blue, a sabiendas de que eso significaría la disolución de (digámoslo de una vez) su identidad digital. Que eso lo discuta alguien más. Igual el hecho de que un CEO sea el que da (el verbo es clave) fe: ¿o no es una cuestión de fe? Otro tipo de fe, pero fe. Y qué pasa (James) con los que no quieren tener fe, o esa fe: igual, te la da. Y para colmo: pronto después (pongamos, el 22 -¿de qué vale la exactitud acá?-) varios famosos reportaron la restitución del tic azul, otros que se sumaron, parece ser, al listado de afortunados que el dador Musk bendijo con su click, ¿o no es la fantasía del click? La misma que el botón rojo: las guerras también están en la microfísica del mouse: ese sonido que oímos es el botón (click click) de un hombre que dice quién es quién. Lo de siempre, ¿o no era ingenuo LeBron James al creer que podía quedarse afuera? Al final no hay tal polémica. Eso también es signo de la época.
Natalio Vallejo