Bernarda es la Patria: reconstruyendo la memoria

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La historia, es un lenguaje?

Tiene que ver este lenguaje con el lenguaje de la historia

o con la historia del lenguaje /

en donde balbuceó /

 tiene que ver con este verso?

lenguas vivas lamiendo lenguas muertas

lenguas menguadas como medias

lenguas, luengas, fungosas:

este lenguaje de la historia / cuál historia?

Tuyú-Néstor Perlongher

¿Cómo construimos la memoria? Bernarda es la Patria, dirigida por Diego Schipari y producida junto a Albertina Carri, se nutre de imágenes, videos caseros, relatos, anécdotas y diálogos entre Willy Lemos, Mario Filgueira y Víctor Anakaratto para bocetar una memoria colectiva, donde lo íntimo está inmerso en lo social, sobre el under teatral de los años ’80.

La película nos sumerge en una cartografía de la ciudad a través del relato vivencial de los actores. Existencias marcadas por la última dictadura cívico-militar, el retorno a la democracia, las razzias constantes aún llegando a los años noventa, experiencias que están estrechamente vinculadas con la escena teatral de ese entonces. El transformismo como un punto de enunciación político-existencial, como una manera de habitar el mundo.

El filme, que desborda la estructura documental, nos ofrece cassettes e imágenes inéditas con espectáculos que sembraron las semillas para que después florezca el Parakultural. Por ejemplo, tanto el actor Alejando Urdapilleta como el grupo Las Gambas al Ajillo son traídos a escena a través de las anécdotas de los protagonistas.

Bernarda es la Patria nos cuenta la historia del teatro de los años ochenta construida a través de las oscilaciones y reminiscencias propias de las memorias individuales, puestas en común con la clara intención de establecer otra historia, con sus tejes y destejes propios de la existencia, de las vivencias, de la puesta en común.

La memoria, también, como una búsqueda de las perdurabilidades del pasado en nuestro presente. La decisión de revisitar y llevar a escena La casa de Bernarda Alba (1936) de Federico García Lorca, con las modificaciones y propuestas que exceden la historia base para dibujar una diferente y cercana a la vez, es lo que permite que los actores se encuentren y se pregunten sobre la violencia y la potencia de los gestos estéticos, lo que permite que ensayen en lo que fue Cemento y recarguen ese espacio que ya no es de todo aquello que supo ser, dejando una huella con el cuerpo. La cartografía hecha carne.

Cuerpos atravesados por la perfomatividad como intérpretes y como desenmascarantes de los artificios propios de lo identitario. En algunas escenas vemos cómo Lemos se transforma en Alba, cómo por medio del maquillaje y la vestimenta su rostro se desdobla mientras nos cuenta su infancia, sus relaciones filiales, sus primeros años en el teatro.

Bernarda es la Patria nos describe una ciudad y unos cuerpos en el auge de la democracia, atravesados por los mandatos dictatoriales. Pone bajo la lupa la decisión de (re)construir memoria por medio de la oralidad, de la recuperación de imágenes, de la vinculación entre los archivos y los documentos, entre lo individual y lo colectivo. Pone de manifiesto lo volátiles que son los límites identitarios. No sólo los de género sino también los referidos al territorio. La película nos invita a (re)pensar las múltiples formas de crear Patria, una que no sea asfixiante y que se revele como posibilitante de existencias más libres y fluctuantes.

Francisca Pérez Lence