¿Afiche por graffiti? Fenómeno urbano. Buenos Aires, ciudad de pobres corazones. Parte II
Juego al investigador urbano. Todavía no puedo creer el descubrimiento de la población de afiches de “expresión artística” en las paredes de Almagro, Villa Crespo, y Palermo, que hasta hace poco me pasaban absolutamente desapercibidos. Los primeros, cercanos al café en el que desayuno todos los domingos, los creí un suceso local. Inicialmente, vi uno porque era amarillo y me inquietó su texto “Aún así en un mundo apocalíptico ciertas cosas se volverían a imantar”. Pasó tiempo hasta que pude ver los siguientes.
Con los días, en las recorridas en bici, empecé a mirar y fotografiar. Abunda esta clase de afiche. Si quisiéramos formalizar y definir, podríamos decir que en general son productos de imprenta, que contienen una frase a veces ingeniosa, otras de crítica al modo de vida urbano, sellado por el capitalismo. Hasta no hace tanto, estas frases hubieran sido objeto de una pintada, un graffiti en la pared. ¿Qué cambió? –me pregunté- ¿Por qué ahora un afiche?
Desconozco si este fenómeno existe en otros países o incluso antes de que yo lo advirtiera, pero lo cierto es que desde que noté su surgimiento, comencé cual detective a investigar sobre lo que nada sé. De ese modo, internet cual ola gigante trae artículos con los que me informo acerca de que el afiche artístico es un fenómeno que existe en el mundo desde fines del siglo pasado y ha tenido diversos sucesos al modo “performático” incluso en el espacio urbano de nuestra ciudad, como también en las de Rosario y Córdoba.
Leo y me informo, pero vuelvo y me ciño a mi pregunta ¿por qué donde antes había un graffiti ahora hay un afiche? Lo digo más concretamente, ¿por qué antes Los Vergara y ahora el Movimiento Petrushaus, RenderMartínez o n3gr.a? Empiezo a formular hipótesis, porque no es de otra forma, desde Poe hasta ahora, que se develan los misterios.
He aquí las mías. Pienso que la proliferación en este momento quizás es producto de la pandemia, mucha genialidad desocupada.Sospecho que son un fenómeno ligado a la época, al efecto del liberalismo. ¿A qué voy? Está claro que desde esa ideología se intenta desactivar al espacio urbano como articulador de discursos populares, sociales y comunitarios. La confrontación de ideas sobre el espacio urbano: la pared como propiedad privada vs el muro como espacio de expresión popular. La ideología se debate en las calles. Me vienen a la memoria las persecuciones a los graffiteros de los subtes y trenes. Se me hace presente la insólita cuadrilla de pintores dependientes del municipio tapando pintadas en los frentes de los locales sobre las avenidas de la ciudad. Los carteles de propaganda política atravesados, como nunca en la historia argentina, por franjas que si mal no recuerdo rezan “publicidad en infracción” (debo confesar que la primera vez que los vi creí que era una intervención performática). Es decir, sospecho que para nuestros jóvenes diseñadores y quizás sin saberlo, el afiche es más respetuoso de la propiedad privada. ¿O se burlan?
Además, con las paradojas de la vida moderna y urbana, parecen obra fundamentalmente de sujetos singulares (sabemos que cualquier colectivo es antiepocal, salvo el feminista). Artistas que cuestionan justamente ese modo de vida, dando debate en el espacio público, peleando por la pared. Al modo de las sopas Campbell de Andy Warhol, si vale la comparación. Una forma de contracultura urbana que convierte lo que es fundamentalmente medio de publicidad (el afiche) en espacio contemplativo o de crítica a los “tiempos modernos”, invitando a la reflexión, a la interpretación en contexto. Curioso ingenio que pone en cuestión el “marketing” urbano, arte de frontera que en definitiva encuentra el modo de tomar la calle.
No obstante, con dolor he observado el último domingo que sobre los más bellos afiches al frente de mi café, alguien pegó su cartelito intentando promocionar su lectura del Tarot, con el número de teléfono debidamente troquelado. Así se renueva la feroz disputa por la pared.
Laura Noziglia