En medio de lo que se ha perdido -la imposibilidad de tocar con público- está por verse si el rock y la música en general están aprovechando la oportunidad para pensar(se). Habrá que ver, si en esta posibilidad de introspección, los músicos están en condición de componer y de encontrar nuevas alternativas.

No sólo es cuestión que lo creativo se traduzca en un testimonio época -esto es en una obra sobre la pandemia- sino que estos días -en los que el tiempo corre distinto- generen un campo propicio para un giro creativo.

El rock ha perdido, al menos de forma temporal, la dimensión social, una energía compartida, que no solo baja del escenario en cada show, sino que se retroalimenta con el público.

En estos meses, hubo un corrimiento de los festivales y conciertos a la “experiencia” del streaming.  Se trata de una realidad distinta, que tiene dificultades en generar lo vívido. Esta falta de contacto con el público es una situación que nunca se dio en forma masiva. ¿Qué saldrá de todo esto? Será algo que sólo el tiempo dirá.

A los principales pensadores de estos tiempos les está costando aportar cierta luz ante tanta confusión. El arte en general, y la música en particular, algo tendrán que decir.

Guillermo Cerminaro