Y si aparece algún Benítez

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Oscar Wilde decía aquello de no es verdad que el arte imita a realidad, sino que es el revés. Es la propia realidad que la que sigue al arte, revirtiendo la secuencia que el sentido común suele aconsejar. Hay miles de ejemplos que sostiene lo propuesto por Wilde. Cuesta creer que ese principio se aplique en en unos días cuando los cardenales se reúnan para elegir al sucesor de Francisco.

En verdad, habrá que ver cuántos de los que tengan esa responsabilidad habrán visto la película Cónclave de Edward Berger que ha sido nominada a varios premios y obtuvo el Óscar mejor guion adaptado.

Los méritos de la película están a la vista y ha sido tal su sentido de oportunidad que fue repuesta en los cines por estos días.

Lo que resultan de un probabilidad tendiente a cero es que, como sucede en la película, se elija a alguien casi ignoto y que, como se revela una vez elegido papa, sea intersexual.

La película pone en primer plano las luchas internas y despiadadas que se dan en el cónclave.  Eso si que es más que probable que ocurra. Pero un final, eligiendo a cualquiera que se salga del molde, denotaría una apertura dentro de la Iglesia que parece muy improbable a juzgar por los características pétreas de la institución

Podrá ser más o menos progresista, más o menos conservador el nuevo papa, pero ni se le va a acercar a alguien con las características del Cardenal Benítez, a la postre elegido papa en la ficción

¿O será que el principio wildeano es tan fuerte que puede atravesar las puertas infranqueables de la Capilla Sixtina y aparezca “algún Benitez” para suceder a Francisco?

Guillermo Cerminaro