10 películas para ver en el verano

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Está arrancando un nuevo año y empiezan a aparecer los momentos tan esperados y lindos de sentarse, o acostarse, o reclinarse a ver una película. O dos, o tres porque hay tiempo y ganas. Por eso, una lista de diez películas. Diez películas que me gustaron y que quiero compartir para que a otrxs puedan llegar a gustarles. No están en orden de menor a mayor ni de peor a mejor porque, aunque lo intento todos los años, soy pésima para las listas. El único criterio va a ser el cronológico. 

  1. Kika (Pedro Almodóvar, 1993) Los primeros años de Almodóvar, todo es muy colorido, muy excéntrico, muy llamativo. Los decorados, las ropas, los peinados, los tonos, los movimientos corporales. Kika es la protagonista, pero la cámara no se detiene en su perfil, sino que va haciendo un recorrido de todo el resto de personas que la rodean (amantes, amigas, vecinas, criada) para formar un crisol de esa vida a tropezones. Hay distintas situaciones de violencia, que no nombro para no adelantar, pero una en particular llamó poderosamente mi atención por cómo está trabajada. Cómo el filme se corre de los lugares pre-establecidos de retrato de víctimas y propone otra cosa, rozando lo cómico, punzando en la risa, en lo ridículo. Y no por eso le quita potencia o seriedad. Sí reconfigura lo solemne, y es una apuesta interesantísima. 
  1. Tokyo Godfathers (Satoshi Kon, 2003) Una película animada que tiene una estructura narrativa que no deja ningún hilo suelto. El mínimo gesto, la mínima acción que atraviesa la vida de un personaje se cruza minuciosamente con otro detalle, de otro de los personajes y así se va tejiendo una historia que propone una temporalidad ordenada por la casualidad y la causalidad. Protagonistas que pasan en el momento justo por el lugar indicado.
  1. La niña santa (Lucrecia Martel, 2004) Eduardo Rojas escribió sobre esta película, en el año de su estreno en la revista El Amante lo siguiente: “Percibir. Una película es una piel delicada que recubre, y separa, dos superficies. También es una cinta de celuloide sobre la que se imprimen imágenes. Y sonidos. Estos desbordan a aquellas en La niña santa” Una película de varios niveles. Las imágenes contraponen un nivel con primeros planos, en los cuales las protagonistas charlan o hacen sus quehaceres y otro, al fondo, desenfocado, donde se desarrollan historias que parecen comentarios de lo que ocurre al frente. Al mismo tiempo, los sonidos invaden las imágenes para descentrar lo que se ve por lo que se oye. Una película que tiene el oído como foco principal de confusión, de vínculo con lxs demás, de acercamientos y distancias. 
  1. Las playas de Agnès (Agnès Varda, 2008) Varda recorre playas que marcaron su vida. Con un delicado trabajo de archivo, y una preciosa manera de contener esas imágenes, recorre distintos mares, variadas arenas. En algunas deposita fotografías de su niñez, en otras reflexiona sobre el amor de pareja. En otras, se ve envuelta en bufandas que se enrollan alrededor de su cuello y espalda, mientras acomoda espejos y cámaras. Aparecen sus sitios, sus lugares que marcaron hitos. Es una película que es, al mismo tiempo, un recorrido y una visita a su vida, su presente y su pasado. 
  1. Appropriate Behavior (Desiree Akhavan, 2014) La ruptura amorosa es un borde que empuja y obliga a saltar a otra cosa. Nos guste o no. Esta película la conocí en palabras de Milagros Amondaray que la describe como un viaje. Un filme que empieza y termina con un tren. Y que no por eso es circular, porque el duelo conlleva proponerse cerrar o suturar la herida dejada por otrx. La o las heridas. Y Shirin, la protagonista, convive con los recuerdos y reminiscencias de su ex pareja, expuestos a través de flashbacks, pero también contiene las ansias de construirse un presente distinto. La película explora ese recorrido. 
  1. Victoria (Sebastián Schipper, 2015) Una sola toma, es decir, toda la película es un plano secuencia, quiero decir, no hay cortes. Muy parecida a una obra de teatro donde los personajes salen y entran a escena, pero acá con un primer plano de Victoria, la protagonista, que se cruza con un grupo de cuatro amigos y pasa toda la noche con ellos. Los tonos en la imagen se van modificando a medida que amanece, mientras la historia avanza cada vez más vertiginosa. 
  1. Borrá todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era (Guillermina Pico, 2016) Un ensayo hecho de retazos, fragmentos, idas y venidas en el tiempo. Imágenes vertiginosas de viajes que se calman con la cámara posándose en flores y plantas. La tranquilidad del hogar, algunos grillos, una pileta apacible. La noche de verano. Carteles que dialogan con lxs espectadorxs, que comentan, pero no adelantan las imágenes. Un trabajo de montaje extremo, por momentos diálogos entre lo que se ve y por otros, la mayoría, la aleatoriedad de la vida. Un ensayo hecho de retazos sobre la existencia. 
  1. El silencio es un cuerpo que cae (Agustina Comedi, 2017) La reconstrucción de un padre. Un retrato hecho de relatos de otrxs que compartieron con él. Un documental y una declaración, o un nuevo archivo familiar. 
  1. Las motitos (Inés María Barrionuevo y María Gabriela Vidal, 2020) Un primerísimo primer plano de las uñas del pie de Juliana, pintadas con paciencia de un azul brillante se interrumpe con el sonido de una bocina de moto. Es Lautaro, su novio. La película recorre la relación entre ellxs, empapada por un clima social marcado por la persecución policial a los jóvenes y el aborto clandestino. Los patrulleros, los encarcelamientos a la madrugada, el temor a parir y a las pastillas. A morir en el intento. Algo que hoy, 31/12/2020, ya sabemos que cambiará. Pero el filme propone una lectura sobre esas experiencias tan presentes durante los últimos años. Aunque hoy la historia sea otra. 
  1. Tengo miedo torero (Rodrigo Sepúlveda, 2020) Invitar un libro a una película tiene sus traspiés. Lxs lectorxs exigimos una especie de fidelidad, de coherencia entre lo que se ha escrito y lo que se muestra. En este caso, el melodrama arrasa con la novela de Lemebel, en el mejor de los sentidos, para construir su propia historia entre La Loca del Frente y Carlos. Un amor apasionado que no puede salirse de la dictadura pinochetista que todo lo controla y contiene. Qué ocurre en los huecos que se encuentran para salir a respirar.  

Francisca Pérez Lence