“Nuestra parte de noche”, la nueva novela de Mariana Enriquez con la que recientemente se convirtiera en la primera escritora argentina en ganar el Premio Herralde de Novela, coloca al lector en un lugar incomodo, lo interpela y lo inquieta.

Es un trabajo extenso, de más de 600 páginas, que transcurre entre  Buenos Aires, Misiones y Londres, en el año 1980 y también a principio de los noventa. Inevitablemente, entonces, tiene como telón de fondo la dictadura militar, la hiperinflación y  una democracia incipiente.

La novela comienza con el viaje de un padre y un hijo que cruzan la Argentina hasta las Cataratas del Iguazú. El hijo, Gaspar, tiene – como su padre- el destino de médium, en una sociedad secreta, La Orden, que, a partir de oscuros y brutales ritos, busca -ni más ni menos- la vida eterna. La Orden, que está dirigida por la familia de la madre de Gaspar, -quien falleciera en extrañas circunstancias-  tiene su origen en Inglaterra y se basa en el conocimiento de la Oscuridad.

Incursionar en la lectura de “Nuestra parte de noche” supone una disposición especial, no sólo por la extensión de la novela, sino también porque propone sumergirse en una temática atroz, en donde la muerte, la oscuridad y los sacrificios sobrevuelan a cada instante. Pasada esta instancia, la lectura, basada en la fluida prosa de Enriquez, impacta y cautiva.

Guillermo Cerminaro