Por suerte en este tiempo, en el que la actividad cultural se encuentra tan afectada, siguen publicándose buenos libros. La Vanguardia Permanente, de Martín Kohan, es una muestra de ello y es, además, una invitación al pensamiento desde el comienzo: “Hay vanguardia: una guardia que está adelante. Pero ese ejército del cual es vanguardia no avanza: retrocede. No ataca: opera cautelosamente su repliegue defensivo. ¿Quién resistirá? El arte es el que resiste, ahora que ya no puede atacar”.
El libro habla de las vanguardias políticas y las artísticas y su eventual relación. Kohan dentro de estas últimas hace base en las vanguardias literarias argentinas. Es de esa forma que pasará naturalmente Borges, pero también por Cesar Aira y por Héctor Libertella. Claro que antes de llegar a esto hablará de la Revolución Rusa, pero también del dadaísmo y el surrealismo.
El libro está escrito con meridiana claridad y abundan los conceptos siempre incisivos en la visión de Kohan. Para hacerle honor al título al final afirma:
“Habrá que hablar entonces de algo así como una vanguardia permanente, dispuesta a entablar su lucha, incluso contra la vanguardia misma, ahí donde se estabiliza y pasa a definir su orden”.
Guillermo Cerminaro